Los
indígenas de la Tierra de Gracia
Juice el P. Las Casas que, al comienzo de
la conquista, Tierra Firme hervía de indígenas,
como los hormigueros de hormigas.
En cuanto a su organización, el
poeta-cronista Juan de Castellanos nos
informa que muchos pueblos indios estaban
fortificados "con cercas de crecidísima
distancia", formadas por hileras de
fuertes maderos entrelazados con bejucos y
alternando, a trechos, con gruesos y
frondosos árboles. Además, los bohíos,
en otras poblaciones, especialmente en
sabanas abiertas, y por tanto, más
expuestas a los ardientes rayos del sol
tropical, estaban construidos:debajo de
los macos5, o mamones, plantados por
hileras ordenadas, árboles de hermosas
proporciones, cuyas hojas jamás se ven
mudadas:su vista, de grandísimo contento
y el fruto dellos es de gran sustento.
Insiste luego el poeta sobre la abundancia
de gente y el poderío de los caciques de
la parte oriental de Tierra Firme, y va
detallando
Moco, muco, manco y macao: variantes
caribes para referirse al mamón y otros
frutos de forma parecida. La voz
cumanagota era muco.algunos nombres de
localidades, cuyo eco perdura hasta hoy,
como cuando escribe:
No bailaréis ancón ni seno vaco de
prepotentes pueblos y lugares, desde la
Trinidad a Cariaco, ni desde Cumaná hasta
Tugares7:
Cfücfüiwich.e, valle más opaco,
Guantar, Maracapana con sus mares, y Nererí,
Caycarantal, Átomo, provincia cada cual
digna de amo.
Chacopata, Cumanagoto, Píritu, las
riberas del Uñare, pues la fertilidad de
Paragoto fáltame copia con que la
declare; potente población de Cherigoto,
con todo lo que dicen Mompiare:sus
pueblos, sus culturas, sus labores y
aquella gran potencia deseñores.
Añade que, aunque para ellos no existían
los cambios de moda, porque iban desnudos
y se cubrían solo algunas partes del
cuerpo, ponían mucho empeño en adornarse
cuando salían al combate. Entonces se
embijaban de rojo o de negro y se ponían
en la cabeza grandes y vistosas plumas,
además de unas placas de oro en forma de
"águila" colgando del cuello; y
los capitanes también diademas del mismo
metal. Por lo demás, como dice el poeta
por experiencia propia, "batían muy
bien el cobre" con sus mazas y negras
macanas, y eran certeros con sus terribles
flechas envenenadas, que hacían morir
rabiando al que fuera herido por ellas.
En cuanto a Cristóbal Colón y sus compañeros,
lo que más los impresionó en esos
primeros contactos, era la circunstancia
de que "muchos indios desnudos sin
temor se venían a los navios con muchas
perlas al cuello, narices y orejas, y que
las daban con mucha liberalidad por
cascabeles, manillas, sortijas, alfileres
y otras
Los indígenas llamaban Sierra de Tagares
o Tageres las montañas de Bergantín.cosillas
hechas de latón". Por otra Para la
época del descubrimiento, la simpleza,
inocencia y miento, las tierras orientales
es-hospitalidad de los indígenas les
taban pobladas por diferentes hizo creer
que habían llegado al grupos indígenas,
pertenecientes
Paraíso Terrenal, o Tierra de Gra- a las
dos grandes etnias que se da, que, según
el Génesis, se disputaban la mayor parte
del encuentra en Oriente. Colón, en
territorio nacional: los arahuacos efecto,
siempre creyó que, por ser y los caribes.
De allí, el nombre de Indias e oleadas,
se habían desprendido Indias Occidentales
(Westindies), del poderoso grupo tupíguaraní
que llevaron y todavía llevan las del sur
de Brasil. Por lo que se tierras
americanas, y las Antillas refiere a los
indígenas de Oriente, en particular. los
Guáraos y los Guaiqueríes per-
Se sabe que Colón, por un error de cálculo
acerca de la altura de la estrella polar,
creyó que tanto la costa de Paria como el
mar circundante, estaban elevados, como
una vasta altiplanicie, de modo que yendo
de España hacia Paria, se subía. En
otras palabras, que la tierra no era
completamente redonda, sino que en el
oeste había un gran abultamiento, y que
eso era la causa de que en Paria el clima
fuese menos ardiente, y los hombres menos
negros que en África. Todos los
escritores de aquel tiempo mencionan estas
hipótesis del gran almirante, que se
sumaron a las otras muchas fábulas que,
en los primeros tiempos del
descubrimiento, rodearon el nombre de América.
10 De estas dos etnias, enemigas entre sí,
los aruacos, desde el comienzo, buscaron
la alianza con los conquistadores españoles,
para defenderse de los caribes. Juan de
Castellanos presenta asi a los dos grupos
indígenas, parcializádose tal vez por
los indios más amistosos:
Son aruacos de valientes manos,
tiene su cierra nobles influencias,
y son todos amigos de cristianos
con buenas obras, gratas apariencias;
con caribes crueles, inhumanos,
tienen cotidianas competencias
y cuando con mayor fuerza se muerden
los aruacos pocas veces pierden. (Ibid.,
Elegía IX, Canto I) Es un hecho, sin
embargo, que para la época de la
Conquista varias localidades de Tierra
Firme poseían nombres arahuacos, a pesar
de que estaban ocupadas por caribes. Esto
indica que los caribes habían vencido a
sus rivales y, luego de exterminarlos, se
habían apoderado de sus tierras, al igual
que de sus mujeres y sus niños.
tenecían a la rama arahuaca de los
Asaguas, mientras los Pariagotos, los
Cumanagotos, los Chaimas y los Caribes
propiamente dichos pertenecían a la
segunda etnia, al igual que los Yecuana
(Maquiritares) y los Huayana, o Guayanas,
entre cuyas ramas se cuentan los extintos
Tamanacos y los Pemo-nes actuales.
Por lo que se refiere concretamente a la
península de Paria, el ilustrado pirata
inglés Sir Walter Raleigh menciona, entre
otros, a los Tucaris, Chochis, Apotoímos
y Cumanagotos. Todos ellos, como lo delata
su nombre, y en especial los dos últimos,
eran de filiación caribe.
En 1651, procedentes de las Antillas
Menores, llegaron al territorio oriental
dos misioneros jesuítas franceses,
quienes, a través del relato de su viaje,
nos cuentan que luego de pasar las Bocas
del Drago y cruzar todo el golfo de Paria,
llegaron al río Huarabiche (Guarapiche),
de dos leguas de ancho; penetraron por él
en dirección hacia el suroeste hasta
la provincia de los Galibis, que se
llamaba Huarabiche o Guarapiche
(probablemente el territorio de la moderna
Maturín), como el río, y estaba a 50
leguas, o más de 270 km desde la mar. Nos
dan cuenta asimismo de diversas
"naciones" que habían
encontrado por el camino, como: los Paria,
en la entrada y cerca de la desembocadura
del Guarapiche; los Arotes, unas 25 leguas
río arriba; los Saimagotos (Chaimagotos)
a la derecha, los Arahuacos a la
izquierda, y luego los Galibis.11 De todos
modos, estas distintas naciones deben
reducirse a las dos grandes etnias ya
indicadas arriba. En cuanto a los Galibis,
estaban asentados en un territorio que
anteriormente había sido de los Guáraos,
como se desprende del nombre de su tierra
(Vara-bichi:
morada de los Huara o Guáraos, en lengua
cumanagota). Llama la atención la
circunstancia de que también al este de
Cariaco existe una población llamada
Guara-piche, cerca de la laguna de
Pu-tucual o Buena Vista. Era esta la
Golibi o Galibi, desde el punto de vista
lingüístico, es lo mismo que Caribe y
Carina.
En efecto, se descompone como Gali-bi,
variante de Cari-be y Cari-ña, donde gali
ocari significa hombre, y -bi, -be y -ña
son sufijos colectivos, como quien dice:
Los Hombres. En la actualidad, se llaman
Galibis los caribes de la Guayana francesa
y Surinam.
tierra de los "indios salvajes de los
pantanos", que Humboldt en 1800
llamaba Guárannos del Areo y que ubicaba
a unas 15 leguas del golfo de Cariaco.
En la isla de Trinidad, llamada Cairi, es
decir, "isla", por los
ara-huacos, se encontraban varias
a-grupaciones, pertenecientes también a
las etnías arahuaca y caribe. Juan de
Castellanos precisa que la isla estaba
dividida entre Camurucaos y Chacomares; y
en cuanto a sus pueblos añade:
Son grandes y extendidas poblaciones de
gente por extremo belicosa:todos en
general de buenos gestos, altos, fornidos,
sueltos, bien dispuestos.
Los primeros misioneros informan también
que todos los indígenas de Tierra Firme
tenían por enemigos a los de Trinidad, y
los llamaban Mabuyas o Diablos (maboya, en
caribe); por tal motivo, los indios de
Trinidad no se atrevían a salir de su
tierra.
De la etnia caribe, los primeros en llegar
fueron los Cuma-nagotos. Los estudiosos
modernos piensan que se establecerían en
las tierras orientales unos 200 ó 300 años
antes de la llegada de los españoles. Les
siguieron los Chaimagotos, o Chaimas, cuya
lengua en definitiva parece solo un
dialecto cumanagoto. Por último, un poco
antes de la llegada de Colón, se
presentaron los Caribes, los cuales, por
cierto, a fines del s.XV estaban todavía
en fase de plena expansión en las
Antillas.
la isla de Trinidad estuviese ocupada,
especialmente en la porción norte y
oriental, por los caribes, y por los
arahuacos en el centro y el oeste, se
puede demostrar fácilmente por algunos
topónimos que menciona Walter Raleigh. En
primer lugar, la serranía del norte era
llamada Anaparima, donde es evidente el
sufijo colectivo caribe -panma. La Punta
del Gallo era conocida como Curiapán,
otra designación caribe que significa
"Lugar donde abunda la Curia', una
hierba medicinal (Justicia sp.), mientras
la Punta de la Brea era llamada Piche
(pichi, hediondo, en arahuaco). Los indios
Yayos (cuya terminación -10 es un
conocido sufijo colectivo caribe)
habitaban en la localidad conocida como
Parico (Parica, roble criollo, en caribe).
En cambio, en Punta Carao o Carrao (carau,
sabana en arahuaco) había arahuacos,
mientras entre esta localidad y Punta
Galera estaban los Nepoyos, cuyo sufijo
-yo, una vez más, denota la filiación
caribe, como -yu en el moderno Jusayí
guajiro. Por último, aunque la ciudad
española de San Josef estaba fundada a
orillas del río Corone (o de aguas -uní-
violentas -cant-, en arahuaco), los indígenas
eran caribes. En efecto, a los
conquistadores españoles les decían
Carinepagoto, u Hombres del sitio (-f)a-)
de los caribes (carina).
Volviendo a la consideración de los
pobladores iniciales, comenzamos con los
Guaraúnos o Muarau (Guáraos), quienes
estaban asentados en las islas y lodazales
del Delta del Orinoco y otras tierras
anegadizas más al norte. Walter Raleigh
los llama Tivitivas, y distingue dos
ramas: los Ciawani o Ciawanna, y los
Waraweete^. En este último nombre
reconocemos fácilmente a los Muarau
(Warau), cuyo patronímico, en arahuaco,
significa simplemente "hombres"
(wara, hombre, -M, sufijo colectivo o
plural). Otros prefieren interpretar el término
como ho-ara-u, "hombres del
agua"15; o bien como wa(ra)' ara-u,
es decir, "hombres de la
curiara". Esto último tiene
fundamento en el hecho de que todas las
naciones vecinas los consideraban como los
mejores fabricantes de canoas y curiaras,
que ellos vendían a los Huayana por oro,
y a los de Trinidad a cambio de tabaco.
Por su parte, el culto pirata inglés Sir
Walter Raleigh asegura que, a pesar de la
humedad de los lugares donde viven, del
rigor de su dieta y del gran trabajo que
les significa la caza y la pesca de que
necesitan para vivir, jamás vio, ni en
las Indias ni en Europa, gente mejor
dotada y más viril.
Desde los primeros tiempos del
descubrimiento impresionaron a los
europeos por vivir en sitios anegadizos, y
por su hábito de hacer las casas "en
la cima de los árboles".
La palabra Tivitiva. parece una variante
fonética de Dividivi, criollizado como
"Dividive", designación
corriente de la Caesalpinia coriaria,
cuyos frutos son ricos en tanino. De ellos
también obtenían sal los indígenas, en
algunas partes hasta tiempos muy
recientes. Eso explica el nombre, que es
una reduplicación intensificativa del
arahuaco divi, salado. Parece, pues, que
en este caso Raleigh comete un error de
designación, a no ser que los informantes
indígenas del pirata inglés realmente
pretendieran decir que esos indios estaban
"salados". En cuanto a las dos
ramas de Guáraos, los Ciawa-ni (plural de
ciawa) o (A)ciaiva son los Achaguas o
Ajaguas, y los Waraweete, los Guáraos auténticos
(de witi, hoy: u/itu),
"verdadero". Por otra parte, señalamos
que estos no fueron los únicos indios
arborícelas reportados por los primeros
cronistas, sino que también los había en
el Darién, donde:
(...) tenían sus casillas hechas encima dé
los árboles y plantas.
El nivel del Orinoco sube hasta 11 metros
y lo inunda casi todo, no les quedaba más
remedio sino hacer sus viviendas sobre
tallos tronchados de mangle y palma
moriche. Por cierto, que esta era para
ellos el árbol de la vida, ya que les
proporcionaba materiales para vestirse,
para adornarse y para la construcción,
fibra para sus chinchorros, bebida en su
zumo fermentado, proteína en los gusanos
que se crían en el tronco, y finalmente
la yuruma, una especie de harina que
reemplazaba el casabe.
En cuanto a los Galibis del Guarapiche, el
P. Pelleprat dice que su lengua "es
casi tan común en Tierra Firme, como el
latín es familiar en Europa", y que
"entre tantas naciones diferentes con
quienes él trató, solo los cuma-nagotos
no la entendían."
Los Galibis, para contar, disponían de
nombre solo para los primeros cinco números,
pero también contaban con los dedos de la
mano; cuando esta no bastaba, usaban los
de la segunda, y luego los de los pies.
Cuando los dedos ya no eran suficientes,
enseñaban al interlocutor un mechón de
cabellos, más pequeño o más grande según
como fuese el número que querían
expresar. Si el número era mayor que eso,
entonces mostraban todos sus cabellos; y
si llegaban al caso de indicar también
los cabellos de las personas presentes,
con eso pretendían indicar una cantidad
inmensa.
Para defenderse de los mosquitos y
zancudos, añade el misionero, se pintaban
de rojo el cuerpo con onoto (Bixa
orellana), que mezclaban con el aceite
amargo que obtenían de las semillas de la
"caraba" (Campa guianensís);
pero como eso no podía ponerlos a salvo
del acoso nocturno de la plaga, los
Galibis tenían dos casas: una abierta por
delante y junto a los demás miembros de
la tribu, donde pasaban el día, y otra
solitaria y completamente cerrada en el
bosque. Allí, al anochecer, colgaban su
amact, y debajo prendían un fuego, para
resguardarse del frío de la noche.
En la península de Paria se encontraban
dos etnias: los Acios, probablemente de
raza arahuaca, y los Pariagotos
(Pariacoto), de raza caribe, como lo
evidencia también su patronímico
terminado en -coto, hombre. Su lengua
estaba a medias entre el caribe más
reciente y
En cuanto al nombre de su tierra, se
designaba como Paria, "serranía"
en caribe, aunque también se encuentran
las grafías: Uriaparia, Huyaparia y
Parya.
Los Galibis del Guarapiche, por su parte,
a la península de Paria le decían
Barohui enetale, o Nariz (enetale) de
Tierra Firme (Bar(a)-ohui, Gran Tierra).
En cambio, el extremo occidental de la
misma península se llamaba y se llama
Araya, voz caribe que significa: araña
mona y espina. Probablemente, el
significado más apropiado sea el de
espina, por sus espinares y cardonales, o
también por la configuración alargada de
esa lengua de tierra, que a los indígenas
les sugeriría la forma de una espina.
Hacia el centro y el sur estaban
localizados los Chaimagotos o Chaimas, con
una talla promedio de 1,57 m. Impresinaron
a los primeros conquistadores por la
costumbre de teñirse de negro los dientes
a partir de los 15 años,
Otros, en lugar de paria, entendieron partía,
uno de los términos caribes para decir
"río" ; y efectivamente, al
Orinoco le decían también Uriaparüa
(según Juan de Castellanos,
"Uyapari", que era el nombre del
cacique y de una localidad, en lo que
probablemente es hoy Barrancas). Pero, por
lo que se refiere a la península de
Paria, le conviene mejor la designación
de "serranía" (paria), más
bien que de "río" (pama). Al
Orinoco también le decían Baragaán,
equivalente a Paragua, o "grandes
(para) aguas (aiwa-n)".
mezclando el zumo de ciertas hierbas con
cal cáustica. De su lengua nos quedan
algunos vocablos, como: cuaima (guaima),
chinchorro, caney, piache, butaca
{putaka}, tucuso (tucuchi), fotuto
(botuto), totuma (tutuma) y tuna
Sabemos, además, que en su idioma no
existía el sonido /, de modo que confundían
voces castellanas como
"invierno" e
"infierno", con gran desesperación
de los frailes doctrineros, que no
lograban hacerles entender que eran cosas
distintas.
Para comienzos del siglo pasado, las
Misiones Chaimas estaban organizadas
alrededor de Caripe. Humboldt informa que,
según la mitología de estos indios y los
del Orinoco, el alma de los difuntos
entraba al mundo de ultratumba por la
Cueva del Guácharo, de modo que para
ellos bajar al Guácharo significaba
"morir". Esta creencia, por otra
parte, tuvo su comprobación arqueológica
a mediados del presente siglo, cuando el
Dr. Adam halló, en la cueva del Guácharo,
tumbas indígenas.
Al sur y al oeste de los Chaimas estaban
los verdaderos Caribes, con una
"estatura casi gigantesca", en
comparación con la de otros indígenas.
Ellos se llamaban a sí mismos Carina,
Calina y Calí-nago; también los topónimos
Caripe y Guaribe son variantes fonéticas
del mismo patronímico. Eran temidos por
usar flechas envenenadas o untadas con ají
chirel (Cápsicum annuum)19, y por comer a
sus enemigos. De allí que "caníbal"
(otra variante fonética de
"caribe"), llegara a significar
"persona que come carne humana".
De su idioma hemos recibido, entre otras,
las voces: arepa (ereba, casabe, pan)
guayuco, casabe (kas-sawa), mucura, caro (árbol),
ocu-mo (cumo, caribe; ocúm, arahua-co).
Además, varios vocablos y
El paso significativo de "agua"
a "planta" se debe al alto
contenido en agua de las conocidas cactáceas
espinosas, cuyas pencas los indígenas
acostumbraban mascar para amortiguar la
sed. Por otra parte, como las tunas tienen
espinas, en el lenguaje criollo de Lara y
Falcón tuna llegó a ser sinónimo de
"espina".
.
Un cronista escribe que, cuando una flecha
venenosa de los caribes hería a alguien,
"aún sin herida penetrante, como
tope sangre, el herido muere rabiando y
despedazando sus carnes sin remedio".
algunos nombres propios, que terminan en
-to, árbol, como: onoto (unu-to), caruto
(caru-to), Erebato (ereba-to, Árbol de
pan, Mata de yuca), Coromoto (curumu-to,
Árbol de los zamuros, o zamu-rito); términos
toponímicos que terminan con el sufijo
colectivo -paño, como Turuépano (Turuhué-pano,
Lugar de sapos y ranas), Carúpano
(caru-pano, Lugar de caruto o de caros),
Aricapano (Lugar donde hay abejas aricas),
Curiarapano (Lugar de las curiaras); y
voces terminadas en -pana, oreja, hoja,
techo, casa, sitio20, como Carupana
(caru-pana. Sitio de carutos o de caros),
Macarapana (Lugar seco), Maracapana (Lugar
de totumos), Sacupana (Sitio de los
chacos, o batatas), y otros muchos
En la isla de Margarita, en la península
de Araya y en Cumaná se localizaban los
Guaiqueríes o Guaikerí, los más hábiles
e intrépidos pescadores de la región
oriental.
De los diferentes núcleos de Guaiqueríes,
los de la banda del norte (Margarita) se
consideraban de casta más noble y pura,
por creer que no estaban mezclados con los
cobrizos Chaimas, como sucedía, en
cambio, en Araya y Cumaná. Era, además,
para ellos, motivo de orgullo el hecho de
que en 1498 habían jurado a Colón y a
los castellanos una amistad que jamás habían
violado, por lo cual los reyes de España,
en sus cédulas, les daban el título de
fieles.
Algún anónimo, pero ingenioso marinero
guaiquerí, luego que los europeos
introdujeron el gato en América, observó
que las pupilas de este felino se
ensanchaban cuando había alta marea, y se
cerraban cuando se acercaba la baja marea.
Todos estos significados resultan
progresivamente uno de otro. En efecto,
las hojas son como las "orejas' de un
árbol; con las hojas, en particular de
palma, se techaban las casas, de modo que
las hojas constituían el techo; a su vez,
el techo es lo esencial para que haya una
casa; y "sitio" es donde hay una
o varias casas. De este modo, la terminación
caribe -pana, oreja, llegó a ser sinónimo
de la terminación arahuaca -baña, sitio
(Uribana, Judibana, Lugar de la Culebra,
etc).
Son también caribes los numerosos topónimos
criollos terminados en -cua (quebrada)
-cuao (en la quebrada) y cuay (desde la
quebrada)
|